No.




“Todos los monstruos fueron el bebé de alguien”
Murmuraba  él por detrás de la puerta cada vez que pasaba, pero ella no inmutaba, había cosas muchos peores que dormir en un cuarto de 2 x 1 donde ni siquiera pudiese estirar las piernas, donde la comida era de perro y la cama el suelo duro. El mundo afuera era mucho peor que cuando el agua helada entraba por debajo de la puerta obligándola a intentar dormir de pie.
Durante semanas él cumplía religiosamente con sus torturas hasta que una mañana, sin más ni más y como un acto de misericordia la puerta se abrió
Por primera vez en semanas ella pudo ver  lo que parece una luz artificial colarse por las ventanas de un largo y frío pasillo, cuando uno frota sus ojos, intentando aliviar un malestar encontrado frente a ella esos profundos y oscuros ojos, en un rostro cubierto por una barba con hilos de plata y una sonrisa pícara.
-Estás rompiendo mi corazón y no estoy seguro de poder resistirlo. – dijo, con sus manos temblorosas, y sus ojos vidriosos, hacen que se vea como un niño indefenso..- Solo tienes que decir que si y todo estará bien para los dos. - dice con voz de angustiosa. En silencio, ella clava su mirada en él  y sin emitir una sola palabra vuelve a encerrarse en ese horrible cuarto.
La escena se repite todos los días a la misma hora.
-Dame una explicación que satisfaga mi necesidad. – Inquirió - Si aceptaras mi propuesta, no volverías a pasar por eso.- murmura sosteniéndole  con sus dedos el mentón.
-¿Cuántos años tienes? Olvidé tu edad. - murmura dándole la espalda, mientras los hilos de plata de su barba brillaban a contraluz.
-18 cumplí esta semana señor.- casi podría decirse que se vio cómo su cuerpo se escogía con el impacto de la noticia, el rozaba los 45 años pero se veía como aparentaba un hombre de 30.
-Eso explica muchas cosas.-  reflexionó,  extendiendo su mano y sujetandole su cabello sucio y húmedo. -advirtió- Mañana morirán 4 más, y así será hasta que aceptes mi propuesta. Hasta mañana.- dice cerrando de nuevo la puerta ante su negativa.
En el lugar queda un silencio amargo, pero ella a la mañana siguiente volverá a decir: No

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Sin promesas.

La batalla final...

Rendición