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Mostrando entradas de 2019

Ojos Tan Verdes.

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Sé que en ocasiones te preg untás por qué hago lo que hago. El recorrer los bosques, en total oscuridad. Pero te preguntás por qué haces lo que haces? Te explicaría por qué lo hago yo, pero no lo entenderías. No entenderías lo que se siente verla en la oscuridad, con su pelo negro ensortijado y su piel blanca. No entenderías que ahora el bosque es un lugar donde cierro los ojos y huelo su perfume. Porque antes lo olía y era el olor del fracaso. De noche tras noche, escapándose. Pero una noche la suerte o tal vez la fatalidad, la trajo a mí. Era una noche cubierta por una cortina espesa de niebla, y el frío calaba los huesos. Olí su perfume en el aire y pude escuchar su respiración agitada, había perdido su rumbo. Se había cruzado conmigo. Ojalá hubieses estado ahí, ojalá hubieses visto su expresión cuando oyó mi voz por primera vez. Sus ojos se llenaron de lágrimas, se quedó paralizada por unos instantes, me había esquivado tanto tiempo que cuando me tuvo en frente, no...

Beto.

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Beto era un viejo gato gris. Le faltaba el ojo derecho, y su maullido era más bien un sonido gutural, similar a un quejido. Siempre me miraba con su ojo bueno de la forma más amable que podía, pero su soberbia era más grande que su humildad. Pasaron tres semanas desde que apareció en mi balcón y un dìa dijo.. -Hola Maricel, soy Beto.- lamia sus patas y las frotaba sobre su cabeza -Me presento porque me parece muy grosero de mi parte seguir comiendo sin por lo menos ofrecerte una conversación inteligente por las tardes.- Al principio me resultó totalmente sorprendente, pero en el fondo presentía que los gatos hablaban, sólo que no con cualquiera. -Hola Beto… Supongo que tengo que agradecerte…- “¿Qué estoy haciendo?” pensé, estoy hablando con un gato, un gato que ni siquiera conozco. -¡Ja! La mayoría de la gente sale horrorizada cuando me escuchan hablar. La última vez que hablé, perdí un ojo. Mi antiguo dueño pensó que era un acto del diablo.- Dijo caminando hasta...