Una próxima vez.
Ella no sabe cómo empezó todo, solo sabe que una fuerza desconocida la arrastró hasta aquel lugar, espera impaciente bajo el techo de la parada del colectivo porque casualmente la lluvia empezó a caer, lleva puesto un jean, una remera negra con el logo de Rolling stones, su campera favorita y sandalia en los pies que dejan ver sus uñas cuidadosamente arregladas para ese momento que sin entender bien porqué, espera.
Levanta la vista como buscando a alguien y entonces escucha sonar el celular.
“Estoy en frente en el auto blanco.” dice el mensaje. Ella puede percibir cómo el flujo de su sangre pulsa en cada terminación nerviosa de su cuerpo por la tensión, respira profundo, y siente el estómago revuelto por los nervios. Apenas levanta la vista puede ver cruzando la calle aquel auto estacionado donde la espera él.
-Hola.- Dice él con voz suave y una sonrisa nerviosa. Habían estado esperando ese momento y sus labios se unen ansiosos, aún no saben si tocarse parecen no creer que son reales. Rápido se dirigen al hotel más próximo, alquilan una habitación y consiguen esa tan ansiada intimidad, intimidad que desde hace meses deseaban.
El se acerca, la besa, la acaricia. Ella siente cómo su corazón late con intensidad.
Acerca lentamente sus labios entreabiertos a los de él, y lo besa con una emoción y una devoción infinitas. Siente su labio inferior –dócil y carnoso – su labio superior – más fino y delicado – lo está conociendo de a poco.
Sus manos se instalan en el hueco del cuello de ella, inclinando ligeramente su cabeza con el fin de profundizar aún más este contacto. Su lengua ávida se une a la de ella, se enrolla y se suelta lánguidamente. Ella va sintiendo un suave calor invadiendo su cuerpo. Su respiración se acelera, su aliento recorre su piel que se ha vuelto muy sensible, no cree haber experimentado antes un beso así, tan dulce, tan apasionado, tan ardiente.
Ella cierra los ojos para después entreabrirlos de vez en cuando, abandonándose en este estado de trance en el cual, él, acaba de sumergirla. Él le quita la remera, desabrocha su jean botón por botón, poseyendo con la boca cada centímetro cuadrado de su piel. Con una mano desabrocha su corpiño, liberando sus pechos y pezones erectos. Sus labios hambrientos los aspiran, mordisqueándolos ligeramente. Jadea, se sofoca, su pantalón cae al suelo, seguida por su ropa interior dejando todo su cuerpo desnudo.
Con un gesto dominante, la pone de espaldas a él y sin dudarlo abre sus nalgas e introduce su lengua desesperado, la lame, la besa, la saborea.
Ella ignora si la devora durante sólo unos segundos o una eternidad. Su lengua se pasea, cosquilleando rápidamente su clítoris antes de escaparse y regresar
Sus manos la rozan, la acarician, la masajean el cuello, las tetas, la cadera, los muslos.
En un brusco movimiento la obliga a sentarse en su cara y la penetra con su lengua, los primeros gemidos ardientes escapan y separa las piernas un poco más para permitirle entrar más profundamente. Desde la perspectiva de ella puede ver su cabello rizado y sedoso que le hace cosquillas al pasar ella se rie con una voz que no le pertenece.
Con un gesto hábil la coloca sobre la cama boca abajo y con su sexo completamente expuesto, el no resiste introducir sus dedos en la humedad de ella, y se aprovecha de ello para masturbarla con su erección por un momento.
-¿Qué te dije que tenías que hacer?- Murmura con un tono lleno de excitación, ella gime sin responder y una vez más el insiste.- ¿Qué te dije que tenías que hacer?-
Entonces ella responde acudiendo a su memoria de aquellas noches que dedicó a tocarse con sus palabras.
-Pedirte que me cojas…- Murmurá.
-Repetimelo.
-Cogeme, por favor, cogeme.- Resopla ella más caliente que nunca y es entonces cuando lo siente por fin, él está dentro. Al principio le resulta incómodo y hasta doloroso, se siente casi una virgen en su primera vez, sin embargo a medida que el la penetra siente como por fin todo está en su lugar, su virilidad se endurece, deslizándose cada vez más rápido, más fuerte.
En una décima de segundo, se encuentra sobre ella, que cede ante sus besos apasionados. Sus lenguas chocan con violencia, sus manos se aferran con fuerza, agarran sus piernas para colocarlas sobre sus hombros. Después, sin advertencia, se hunde en lo más profundo de ella que está empapada. Grita otra vez, sorprendida por esta intrusión, luego gime ruidosamente sintiendo su sexo salir para entrar nuevamente. Una vez, dos veces, tres veces…
Él está por todos lados. Sus puñaladas son intensas y ardientes. No lo puede ver, pero adivina las expresiones que deben dibujarse en su rostro. De repente, con un gruñido sordo,se extrae de ella y lo voltea como si fuera una simple hoja de papel. No puede evitar reír sabiendo lo que le espera. Él Coloca sus manos bajo el vientre de ella para levantar ligeramente sus nalgas, y su virilidad la penetra de nuevo. El ritmo se acelera, se aferra a las sábanas, mientras que él le destroza la cadera.
Escucha su vientre golpeando contra sus nalgas, y ese ruido tan particular la excita más de lo que se hubiera imaginado y una vez más acaba.
Él la vuelve a girar dejándola expuesta debajo suyo.
-Chupamela- exige dominante a lo que ella cede gustosa por largo rato dedicándose a besarlo, lamerlo, masturbarlo hasta atragantarse.
Un exquisito calor aumenta en el, crescendo, sus miembros se tensan, pierde el hilo, su espíritu se evade y… se sumerge brutalmente con cada una de las partículas de su cuerpo bajo fuego, arrancándome un grito de placer intenso, inesperado.
El se une a ella y después de unas cuantas puñaladas más, con su cuerpo vibrante en ella, aferrándose y sin aliento derrumbándose acaba.
Se dan tiernos besos en la boca, se miran con una sonrisa pícara en los labios y el rostro enrojecido por el calor, Él la observa dulcemente, acariciándole la espalda, los hombros, el rostro a ella.
-¿Cómo te sentís?..- Pregunta ella.
-Raro…- Responde él mirando el techo.- Es mejor de lo esperado. Ella sonríe satisfecha y siente que todas sus inseguridades desaparecen.
Por alguna extraña razón terminan teniendo una charla más profunda, entre risas y bromas, a ella le queda grabada en la mente “ Vos sos buena, las personas buenas sufren más porque todo es más duro para ellas”
Ella piensa “No soy buena, si lo fuera no estaría en este momento, en este lugar.” Pero no siente culpa por esto y lo sigue escuchando en silencio.
Un rato después ambos se visten, él se acerca a ella por detrás besándole el cuello y tocándole un pecho. Ella sonríe terminando de vestirse.
-¿Me ayudás a ponerme las sandalias?- Pregunta vergonzosa a lo que él accede caballerosamente y con delicadeza se las coloca. Ella se pone de pie y él la toma suavemente de las caderas besando por encima de la ropa su abdomen, sus pecho, su cuello y finalmente su boca, por unos segundos se quedan en silencio, ella lo besa en la frente. El se pone de pie bruscamente al ritmo de
-Bueno, vamos.- Suben al auto, toman la ruta y se despiden con la esperanza de que haya una próxima última vez.
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