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Mostrando entradas de 2021

Hermenegildo.

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Dejo correr el agua para que se caliente mientras me cepillo los dientes. Poco a poco se va llenando de vapor el baño y con el espejo empañado, solo puedo ver una figura borrosa con algunos colores distorsionados. "Debería lavarme los dientes en la ducha", pienso siempre. No sé porque no lo hago, es probable que nunca lo haga. Para volver a mi habitación tengo que cruzar por el pasillo lleno de cajas de mi última mudanza, que están igual que con el tema de lavarme los dientes en la ducha, nunca las desarmo. Hay días en los que las cajas parecen aumentar su tamaño y ocupan más y más espacio, sin embargo, sigo sin tener valor de desarmarlas. Prefiero que sigan cerradas, no me siento tan sola si las cajas siguen en su lugar. La única que me atreví a abrir fue la de los utensilios de cocina. Me gusta tomar mate con la mirada perdida en algún mosaico y a mi gato le gusta tomar sol en la mesada, porque hay un ventanal que ilumina todo en invierno. La cocina es el único lugar que se...

Las heridas de tu presencia.

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Todavía me quedan las heridas de tu presencia. A veces duelen, otras pican y otras arden. Tienen las formas de tus manos rodeando mis caderas, la de tu boca recorriendo mi columna, las de tus ojos mirándome entre la gente de forma cómplice. A veces sangran y es difícil detener la hemorragia, porque brota por todos lados a borbotones como flores rojas en primavera. A veces solamente están ahí, rosadas y brillantes, recordándome que alguna vez estuviste en mi. Aun no sé como hacer para que no se note tu presencia en mi cuando te cruzo en lugares comunes, no quiero que nuestros amigos vean tus ojos de color miel buscando mi mirada que intenta ocultar que ya no te tiene.  Y a la mañana cuando me despierto y miro al techo tocándome las caderas me doy cuenta de que sos lo primero en lo que pienso y lo último antes de dormir. Todavía me quedan las heridas de tu presencia, pero espero que algún día solo sean cicatrices o indiferencia.